Neuroplasticidad y Aprendizaje de Idiomas en la Vejez
12 agosto, 2024 2024-08-14 18:14Neuroplasticidad y Aprendizaje de Idiomas en la Vejez
En un mundo cada vez más globalizado, aprender nuevos idiomas no solo nos abre puertas a nuevas culturas, sino que también puede tener un impacto significativo en nuestra salud mental y cognitiva. En los últimos años, ha habido un creciente interés en la relación entre el bilingüismo y la neuroplasticidad, especialmente en personas mayores. Investigaciones recientes sugieren que la adquisición de segundas lenguas podría influir positivamente en la función cognitiva y en la reserva neurológica de los adultos mayores.
En este contexto, exploraremos un estudio relevante que analiza cómo el aprendizaje de un segundo idioma puede afectar la neuroplasticidad y, por ende, el envejecimiento saludable. Examinaremos los beneficios potenciales de ser bilingüe, la reserva cognitiva que puede ofrecer y cómo el aprendizaje de nuevos idiomas puede impactar el cerebro en la vejez.
¡Podéis encontrar el mismo estudio traducido del inglés en español y catalán, a continuación!
Does Second Language Learning Promote Neuroplasticity in Aging?
Bilingualism and Cognitive Reserve
Bilingualism, or the capacity to speak two languages fluently, has also been shown to contribute to cognitive reserve. Relevantly, dual-language use has been associated with executive functioning benefits, which have been observed in bilingual children, adults, and elders, even when the second language is acquired after childhood. In a meta-analysis including 28 articles (Armstrong et al., 2019), bilingualism was found to have a significant effect on seniors’ cognitive inhibition. As cognitive inhibition, among other executive functions, is usually weakened with age (Hejazi et al., 2019), this finding suggests that speaking more than one language has a modulating effect on age-related cognitive decline in bilinguals.
However, there is a common stereotype that second language acquisition would be too challenging for older adults (Gómez, 2016). This perhaps stems from the widely cited critical period hypothesis, which postulates that there is a short window of time during childhood for successful language acquisition; but this hypothesis was developed in the context of first language acquisition and does not necessarily apply to second language acquisition. In fact, it has been shown that learning a new language, although more difficult after adolescence, is possible for older adults (Gómez, 2016; Kliesch et al., 2017; Hejazi et al., 2019).
Moreover, learning a natural language has practical and social implications. Beyond the cognitive benefits, learning a foreign language in later life could be particularly enriching from a psychological perspective, as it could provide an outlet for socialization (Pfenninger and Singleton, 2019), opportunities for travel (Antoniou et al., 2013), intercultural communication (Kuklewicz and King, 2018), as well as a means of building self-esteem (Pot et al., 2018) and well-being (Matsumoto, 2019), which could in turn have positive effects on cognition (Allerhand et al., 2014).
In addition, the neuroimaging study conducted on older adults suggests that the effects of learning a new language can be detectable in the brain. After second language learning, connectivity has been shown to increase in the rIFG, rSFG, and lSPL (Bubbico et al., 2019). Moreover, the connectivity increases were correlated with higher scores of global cognition (i.e., MMSE), perhaps revealing cognitive maintenance. These results align with previous studies in younger adults that suggest that language learning influences brain plasticity. Promisingly, studies in young adults have evidenced increases in hippocampus volume after second language training (Mårtensson et al., 2012; Bellander et al., 2016). As the hippocampus plays an important role in episodic memory, and hippocampal atrophy is widely recognized as a biomarker of Alzheimer’s disease (De Flores et al., 2015), increases in its volume, as a function of second language acquisition, could be of significance in the face of age-related atrophy and cognitive decline. In conclusion, bilingualism may be a precautionary measure that can be used to have a potential role in delaying the onset and progression of neurodegenerative dementia, including dementia associated with Alzheimer’s disease (Kim et al., 2019).
¿Fomenta el Aprendizaje de un Segundo Idioma la Neuroplasticidad en el Envejecimiento?
El Bilingüismo y la Reserva Cognitiva
El bilingüismo, o la capacidad de hablar dos idiomas con fluidez, también ha demostrado contribuir a la reserva cognitiva. Relevante a este hecho, el uso de dos idiomas se ha asociado con beneficios en el funcionamiento ejecutivo, que se han observado en niños, adultos y ancianos bilingües, incluso cuando el segundo idioma se adquiere después de la infancia. En un meta-análisis que incluyó 28 artículos (Armstrong et al., 2019), se encontró que el bilingüismo tenía un efecto significativo en la inhibición cognitiva de los ancianos. Dado que la inhibición cognitiva, entre otras funciones ejecutivas, suele debilitarse con la edad (Hejazi et al., 2019), este hallazgo sugiere que hablar más de un idioma tiene un efecto modulador sobre el declive cognitivo relacionado con la edad en los bilingües.
Sin embargo, existe un estereotipo común de que la adquisición de un segundo idioma sería demasiado desafiante para los adultos mayores (Gómez, 2016). Esto tal vez proviene de la ampliamente citada hipótesis del periodo crítico, que postula que hay una ventana corta de tiempo durante la infancia para una adquisición exitosa del idioma; pero esta hipótesis se desarrolló en el contexto de la adquisición del primer idioma y no necesariamente se aplica a la adquisición de un segundo idioma. De hecho, se ha demostrado que aprender un nuevo idioma, aunque más difícil después de la adolescencia, es posible para los adultos mayores (Gómez, 2016; Kliesch et al., 2017; Hejazi et al., 2019).
Además, aprender un idioma natural tiene implicaciones prácticas y sociales. Más allá de los beneficios cognitivos, aprender un idioma extranjero en la etapa tardía de la vida podría ser particularmente enriquecedor desde una perspectiva psicológica, ya que podría proporcionar una salida para la socialización (Pfenninger y Singleton, 2019), oportunidades para viajar (Antoniou et al., 2013), comunicación intercultural (Kuklewicz y King, 2018), así como un medio para construir la autoestima (Pot et al., 2018) y el bienestar (Matsumoto, 2019), lo que a su vez podría tener efectos positivos sobre la cognición (Allerhand et al., 2014).
Además, el estudio de neuroimágenes realizado en adultos mayores sugiere que los efectos de aprender un nuevo idioma pueden ser detectables en el cerebro. Después del aprendizaje del segundo idioma, se ha demostrado que la conectividad aumenta en el rIFG, rSFG y lSPL (Bubbico et al., 2019). Además, los aumentos en la conectividad se correlacionaron con puntuaciones más altas en la cognición global (es decir, MMSE), lo que podría revelar un mantenimiento cognitivo. Estos resultados se alinean con estudios previos en adultos jóvenes que sugieren que el aprendizaje de idiomas influye en la plasticidad cerebral. De manera prometedora, los estudios en adultos jóvenes han evidenciado aumentos en el volumen del hipocampo después del entrenamiento en un segundo idioma (Mårtensson et al., 2012; Bellander et al., 2016). Dado que el hipocampo desempeña un papel importante en la memoria episódica y la atrofia hipocampal se reconoce ampliamente como un biomarcador de la enfermedad de Alzheimer (De Flores et al., 2015), los aumentos en su volumen, como función de la adquisición de un segundo idioma, podrían ser significativos frente a la atrofia y el declive cognitivo relacionados con la edad. En conclusión, el bilingüismo podría ser una medida de precaución con un papel potencial en la demora del inicio y la progresión de la demencia neurodegenerativa, incluida la demencia asociada con la enfermedad de Alzheimer (Kim et al., 2019).
L’aprenentatge d’un Segon Idioma Fomenta la Neuroplasticitat en l’Envelliment?
El Bilingüisme i la Reserva Cognitiva
El bilingüisme, o la capacitat de parlar dues llengües amb fluïdesa, també ha demostrat contribuir a la reserva cognitiva. Relevants a aquest respecte, l’ús de dues llengües s’ha associat amb beneficis en el funcionament executiu, que s’han observat en nens, adults i ancians bilingües, fins i tot quan el segon idioma es adquireix després de la infància. En una meta-anàlisi que va incloure 28 articles (Armstrong et al., 2019), es va trobar que el bilingüisme tenia un efecte significatiu en la inhibició cognitiva dels ancians. Atès que la inhibició cognitiva, entre altres funcions executives, sol debilitar-se amb l’edat (Hejazi et al., 2019), aquest descobriment suggereix que parlar més d’un idioma té un efecte modulador sobre el declivi cognitiu relacionat amb l’edat en els bilingües.
No obstant això, hi ha un estereotip comú que l’adquisició d’un segon idioma seria massa desafiant per als adults grans (Gómez, 2016). Això potser prové de la àmpliament citada hipòtesi del període crític, que postula que hi ha una finestra curta de temps durant la infància per a una adquisició exitosa de l’idioma; però aquesta hipòtesi es va desenvolupar en el context de l’adquisició del primer idioma i no s’aplica necessàriament a l’adquisició d’un segon idioma. De fet, s’ha demostrat que aprendre un nou idioma, encara que més difícil després de l’adolescència, és possible per als adults grans (Gómez, 2016; Kliesch et al., 2017; Hejazi et al., 2019).
A més, aprendre un idioma natural té implicacions pràctiques i socials. Més enllà dels beneficis cognitius, aprendre un idioma estranger en l’etapa tardana de la vida podria ser particularment enriquidor des d’una perspectiva psicològica, ja que podria proporcionar una sortida per a la socialització (Pfenninger i Singleton, 2019), oportunitats per viatjar (Antoniou et al., 2013), comunicació intercultural (Kuklewicz i King, 2018), així com un mitjà per construir l’autoestima (Pot et al., 2018) i el benestar (Matsumoto, 2019), cosa que al seu torn podria tenir efectes positius sobre la cognició (Allerhand et al., 2014).
A més, l’estudi de neuroimatges realitzat en adults grans suggereix que els efectes d’aprendre un nou idioma poden ser detectables en el cervell. Després de l’aprenentatge del segon idioma, s’ha demostrat que la connectivitat augmenta en el rIFG, rSFG i lSPL (Bubbico et al., 2019). A més, els augments en la connectivitat es van correlacionar amb puntuacions més altes en la cognició global (és a dir, MMSE), cosa que podria revelar un manteniment cognitiu. Aquests resultats s’alineen amb estudis previs en adults joves que suggereixen que l’aprenentatge d’idiomes influeix en la plasticitat cerebral. De manera prometedora, els estudis en adults joves han evidenciat augments en el volum de l’hipocamp després de l’entrenament en un segon idioma (Mårtensson et al., 2012; Bellander et al., 2016). Atès que l’hipocamp té un paper important en la memòria episódica i l’atrofia hipocampal es reconeix àmpliament com un biomarcador de la malaltia d’Alzheimer (De Flores et al., 2015), els augments en el seu volum, com a funció de l’adquisició d’un segon idioma, podrien ser significatius davant l’atrofia i el declivi cognitiu relacionats amb l’edat. En conclusió, el bilingüisme podria ser una mesura de precaució amb un paper potencial en la demora de l’inici i la progressió de la demència neurodegenerativa, incloent la demència associada amb la malaltia d’Alzheimer (Kim et al., 2019).
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